12 feb 2011

The Noah Confessions - Capítulo 3

Aquí esta mi capítulo. Tengo 38 minutos de tardanza, ya que se suponía que debería haberlo subido el viernes. Pero fui al cine y se me olvido postearlo u.u De todos modos, ¡Espero que lo disfruten!

3
Traducido por AndreaN

Jen Connor estaba sentada debajo de un árbol, ignorando a todo el mundo y siendo ignorada, pasando las páginas de una revista. No la conocía bien. En Hillsboro era considerada una chica de bajo rendimiento, una de esas chicas raras a las que no les importaban sus notas o si entraba en la universidad, mucho menos en la Ivy League1. Ella era una vaga del surf. Una de esas personas que hacían parecer que los surfers no pensaban en nada, además del agua y el viento.

Mi padre y yo vivíamos en los Palisades, en las colinas con vista hacia el océano, y podía verlos ahí flotando como mamíferos marinos. Cuando mi madre estaba viva, me llevaba a caminatas en la playa, y nos deteníamos y sentábamos en la arena y los observábamos atrapando olas. Ella se quedaba en ese lugar y les aplaudía y gritaba, lo cual me avergonzaba incluso entonces, pero mi madre tenía un gran y ruidoso entusiasmo por las cosas.

—Si fuera más joven lo intentaría —diría ella.

Yo no pensaba que se necesitaba ser joven para hacerlo, sin embargo. Tenía que ver con ese extraño sentido de nostalgia y tristeza que mi madre tenía, como si hubiera faltado a algo, como si hubiera una fiesta a la cual no había sido invitada.

La recuerdo leyéndome “Cenicienta” cuando era pequeña, y le pregunté porque la madrasta era tan mala y porque el padre no llegaba a casa y ella decía —Oh, dulzura, algunas veces las personas pierden su camino en el mundo.

No era ninguna experta en psicología infantil, pero parecía una respuesta complicada para una pregunta tan simple. Hubiera sido feliz con “Solo es una historia.”

—Hey, Lagarto —dijo Jen sin levantar la vista. Me dio ese apodo el año pasado cuando éramos compañeras del laboratorio de ciencias. Había olvidado porque. Solo recuerdo que había hecho todo el trabajo.

—Hey, Jen.

—Feliz cumpleaños. Vi tu casillero.

—Gracias.

—¿Cuántos años tienes? ¿Diecisiete?

—Dieciséis. Me salte un grado.

—¿Qué te dieron?

Levanté mi muñeca.
Ella entrecerró los ojos al mirar el brazalete y dijo —Me refiero a, el carro.

—No me dieron uno —dije—. Mi papá es anticuado con lo de conducir.

Ella dejo sobresalir su labio y asintió como si esto fuera vagamente interesante.

—¿Qué te dieron a ti? —pregunté.

—Mi cumpleaños fue el Marzo pasado. Me dieron una camioneta Toyota. Lanzo mis tablas en la parte de atrás. Tú sabes.

—Sí.

Dudé, balanceándome en mis pies.

—Así que estaba pensando. Ya que es mi cumpleaños y tengo ganas de hacer algo loco, ¿Me ensañarías como surfear?

—Eso es tan inesperado —dijo ella.

—¿Vas a salir hoy?

—Sí, probablemente vaya a Sunset2. Si quieres ir.

—Si quiero.

Ella se rió, lanzando su cabello aclarado por el sol sobre su hombro.

—Chica —dijo ella—. Qué manera de vengarte de tu padre. Si no te deja conducir, creo que odiará que surfees.

—Si —dije—. Eso también se me ocurrió.

Ella cerró su revista y observó el gran reloj de buceo que usaba en su bronceado brazo.

No hay momento como el presente —dijo.

Me reí nerviosamente. —¿A qué te refieres? Estamos a un minuto del primer repique del timbre.

Ella ladeó la cabeza y dijo —¿Te sientes mal? Te ves enferma para mí.

—No, no estoy enferma. Espera. ¿Que estas sugiriendo?

El primer timbre para que entráramos a clases sonó y ella metió su revista en su bolso.

—Encuéntrame en el estacionamiento. Nunca tuvimos esta conversación, por supuesto.

Se levantó y se alejó.

Me quedé parada en el patio y sentí a todos los estudiantes apresurándose a pasarme, corriendo hacia sus aulas, y tuve un impulso muy fuerte de ir a donde se suponía que tenía que estar. Pero las aves estaban danzando contra mi brazo, y apenas podía escuchar la voz de mi madre, y supe que tenía que hacer algo diferente. Era mi cumpleaños, después de todo, y si no me iban a dar un carro, necesitaba hacer algo escandaloso, algo para probar que no fui yo la que había muerto en un mal accidente de carro.

Corrí hacia mi decorado casillero y metí mis pertenencias en el. Luego observe mí alrededor para ver quién me estaba viendo. Nadie lo estaba. Caminé calmadamente hacia el frente de la escuela, crucé la calle, y me encontré a mi misma en el estacionamiento de los de último año, rodeada por todos esos carros que no eran míos.

Jen estaba inclinada en contra de su camioneta pickup negra, su tabla sobresaliendo como un apéndice natural. Ella levantó su barbilla cuando me vio acercándome.

—Me salvaste —dijo—. No estaba preparada en lo absoluto para mi examen de geometría.

—Obtendrás un reprobado —dije con un sentido de alarma que debería haber desechado.

Ella se rió. —Aprendo más matemáticas en el agua que en clases. Entra.

Entré en su camioneta y ella le subió el volumen a la música y me sentí libre y loca, como si estuviéramos en camino para robar un banco o a hacer algún otro paso en falso del cual nunca me recuperaría. Pensé en mi padre en su oficina, asumiendo que todo estaba bien el mundo. Nunca lo había desafiado de este modo. Sentí sudor deslizándose por mi frente pero estaba demasiado avergonzada como para decirle a Jen.

Salimos del estacionamiento y ella dijo —¿Hay algún lugar al que quieras ir antes de que golpeemos el agua? Podríamos ir a comer unos sándwiches o algo.

—Apenas son las ocho en punto.

—Sí, el tiempo no es algo tan importante en mi mundo.

Ella subió el volumen y tamborileó en el tablero.

Pensé, Wow, hay un mundo completo donde la estructura aceptada simplemente no importa. Obtener buenas notas, jugar con las reglas, complacer a la gente, nada de ello importaba. Me pregunté que importaba en un universo así, pero no me sentía lo suficientemente valiente como para preguntar.

—Bueno —dije—. Ya que estamos en el camino, hay un sitio a donde quiero ir.

—¿Si? Nómbralo.

—Westwood —dije.

—¿Westwood? ¿Qué hay ahí además de cines y cadenas de restaurantes y estudiantes raros de la UCLA3?

—Hay un cementerio —dije. Estaba a punto de explicarle pero no necesité hacerlo. Ella lo entendió. Después de todo, era una de esas pocas chicas en Hillsboro con una madre muerta.

—Claro, te llevare hacia allá —dijo ella—. Pero no te pongas taciturna. Nos detendremos allí. Pero el punto es que vamos a surfear.

—Estoy de acuerdo con ello —dije, sintiéndome automáticamente avergonzada.

Ella no tuvo una gran respuesta a mi anticuado lenguaje. O no me estaba escuchando o simplemente no me registro en su radar.

Jen estacionó el camión a un lado de la calle, justo detrás del cementerio. Estaba escondido detrás de una iglesia presbiteriana en el Boulevard Wilshire, y la mayoría de la gente no la conocía.  Algunos aficionados a las películas sabían que existía porque Marilyn Monroe estaba enterrada ahí. Ocasionalmente podías ver turistas en grupos con sus cámaras, pero la mayoría de las veces estaba vacío y tranquilo. Estaba completamente desprovisto de gente a esta hora del día. Caminé pasando varias tumbas y Jen estaba rezagada detrás.

Miré hacia atrás y vi que había encendido un cigarrillo y estaba mirando las nubes. No sabía que estaba haciendo con ella. No sabía que estaba haciendo en lo absoluto.

Mientras nos acercábamos hacia las lapidas, ella repentinamente se detuvo y me llamó.

—Hey, estoy estacionada en una zona roja —dijo ella—. Estaré junto al camión, pero no te quedes mucho tiempo.

La observé dirigirse de nuevo hacia la calle. Su perfil lucía frio y sofisticado. Pero le tenía miedo al cementerio.

Encontré la lapida de mi madre sin ni siquiera intentarlo. La visitaba frecuentemente, algunas veces con mi padre pero la mayoría de ellas sin él. Era una pequeña lapida, de mármol blanco, y no decía nada más que esto:

Catherine Russo. Adorada esposa y madre. Que descanse con Dios. 1960-1997.

Había observado la lapida una gran cantidad de veces, intentando recordar algo de mi madre mientras estaba parada en frente de su tumba. Todavía era difícil para mí. Ella estaba en la cocina, hacienda galletas, o estaba en mi cuarto, cantándome para que me durmiera. Muerta era algo que todavía no podía imaginar que ella estuviese. No me habían dejado verla en su ataúd. Era demasiado pequeña.  

Algunas veces intentaba imaginarlo, pero la escena siempre se veía como lo hacía en la TV, una persona viva intentando no respirar.

El mensaje en la piedra parecía falso. Incluso aunque hablábamos de Dios, nunca fuimos a la iglesia, y nadie podía estar seguro de que mi madre estaba descansando con Dios.

Sentí que debería decir “Mal Accidente de Carro, Mal Conductor Borracho.”

—Ok —le dije a la piedra—. Aquí estoy en mi decimosexto cumpleaños y papá no me comprará un carro porque tú moriste en uno, así que estoy haciendo esta cosa impredecible que se que es mala pero tengo que hacerla y tú solo tienes que entender.

Escuché el filo de mi voz y por primera vez me di cuenta de que tal vez también estaba molesta con ella, por morir, por no dejar mejores instrucciones, por no decirle a mi padre como criarme. Estaba segura de que ella planeaba estar alrededor de mí. Pero no lo estaba. Y nadie le había dicho a mi padre como ser una madre.

—Si estas donde dicen que estas, y si tienes alguna clase de poderes mágicos allí, ¿Podrías por favor ayudarme a hacerlo cambiar de opinión? A papá, me refiero. Acerca del carro. Significaría mucho para mí.

No hubo respuesta.

Levanté la vista y miré a mi alrededor, y no vi nada excepto a un chico de tal vez mi edad sentado cerca, debajo de un árbol, dibujando en su cuaderno de bocetos. Nuestros ojos se conectaron y él sonrió y yo quería devolverle la sonrisa. Su cabello era largo y tenía demasiado en sus ojos, y habían pasado años desde que usar chaquetas militares era genial. Pensé en decir algo. Nuestras miradas convergieron y nuestras expresiones se estancaron y quería caminar hacia él. Quería decir —Hey, ¿Te escapaste de la escuela? Yo también me escape de la escuela.

Pero él me descartó y miró de nuevo su dibujo.

Él podía notar que no había escapado de la escuela. Realmente no era una chica mala.

Me giré de nuevo hacia la piedra.

—Gracias por el brazalete, mamá.  Tengo que decirte que es más o menos UGMO4 pero lo usaré porque es tuyo. Te extraño.

—¿Ya nos podemos ir?

Esa era la voz de Jane desde la distancia. Estaba señalando su reloj.

Caminé hasta encontrarla, mirando solo una vez hacia atrás para ver que estaba haciendo el chico. Estaba dibujando.

—Gritándole a una tumba —le dije a Jen—. Ahora, eso tiene clase.

Ella dijo —Chica, basta de gente muerta. Vamos a golpear las olas.

***

1. Ivy League: es una asociación de ocho universidades privadas del noreste de los Estados Unidos. El término tiene unas connotaciones académicas de excelencia también como cierta cantidad de elitismo. [NdT]

2. Sunset: Sunset Boulevard es una calle ubicada en Los Ángeles, se extiende desde Figueroa Streeten el Centro de Los Ángeles hasta la California State Route 1 en dirección al Océano Pacífico en el Distrito de Pacific Palisades. [NdT]

3. UCLA: Siglas de University of California, Los Angeles, o Universidad de California, Los Ángeles. [NdT]

4. UGMO: Combinación de las palabras UGLY MONSTER, o Monstruo Horrible. [NdT]

2 comentarios:

¡Hey! Hoy te ves genial, en serio. Nos encanta tu opinión pero... por favor, recuerda ser respetuoso sobre ella.

Oh, y por aquí odiamos los spoilers.

Después de eso, ¡Esperamos que te guste RB!

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